El final de la llamada ‘cuenta larga’ de los abuelos Mayas y su correspondencia al año 2012 se ha vuelto un tema delicado, quizá grave para la cosmovisión Maya y el desarrollo de los actos ceremoniales en que estamos continuamente involucrados los Ajq’ij, ‘guías espirituales’.
A través de distintos medios se han difundido todo tipo de reflexiones y datos e hipótesis ajenas al pueblo Maya. Ecos artificiales y etiquetas sobre nuestro nombre. Aquello ha adquirido una relevancia en el orbe occidental que es, de tan absurdo ya, un tema para abordar seriamente desde otra perspectiva, la del conteo de los días tal como se realiza actualmente.
Estas palabras no están dirigidas al detalle de cálculos astronómicos o arqueológicos, ni van al cauce de los gestos y señas en el cielo y la tierra que han sido subrayadas como clave del inminente cumplimiento de supuestas predicciones.
El punto más importante es este: el ser humano y sus actos, de manera individual o colectiva, no son la medida de las cosas en el Universo. Desde la cosmovisión Maya, el ser humano es sólo otra forma de organización de la naturaleza, una parte más en el entretejido infinito de fuerzas en movimiento.
Los cálculos, derivaciones, síntesis o meras observaciones de fenómenos, están restringidos en su registro por el hecho mismo de que el ser humano es sólo esquina de una percepción total por definición, inabarcable.
Actualmente desconocemos por línea directa, los motivos que llevaron a nuestros abuelos a establecer cálculos tan amplios y más allá de sus fronteras temporales. Indirectamente y a través de una reapropiación basada en el uso actual del Calendario Maya, el eje completo y las pautas de esos cálculos pueden ser vueltos a interpretar y verter.
La primera conclusión obvia es que no hay conclusión. No hay final preestablecido ni cuenta humana que lo determine. Ni cataclismos ni desastres siguiendo ordenamientos o castigos o caprichos divinos.
No hay dioses Mayas articulando advertencias ni estrategias particulares de consentimiento.
Y por cierto, tampoco hay espacio para ninguna dicción previa sobre cambios de conciencia o transformación del pensamiento humano. Mientras una parte de la humanidad se siga autootorgando el derecho de explotación de lo otro, las cosas seguirán igual o peor pero por causa propia y sin remitente externo.
Los Ajq’ij solemos levantar cálculos matemáticos que nos permiten llevar a cabo evaluaciones dentro de un marco, pero aún siendo estos lineamientos en abstracto, siempre sirven para un caso específico y siempre llevarán la marca de la particularidad y lo concreto.
Los Ajq’ij analizamos actos, engendración y gestaciones, nacimientos, fuerzas en conjugación y ciclos repetitivos obligados a distintos contextos. En cualquier cómputo, sea este de 7, 9, 13, 20, 73, 260, 949, 18980 días -o la que sea pertinente-, pequeña, grande o en magnitud acrecentada, los elementos e interacciones de esa cuenta siempre estarán imbricadas en consecuencias que rebasan el cálculo previo. Lo mismo ocurre con la llamada ‘cuenta larga’ y un nuevo cómputo será necesario.
Nada realmente concluye, nada realmente inicia y, entre factores ocultos de equilibrio, la intelección humana se distancia de cualquier apropiación.
Ni el anuncio ni el fin del mundo nos pertenecen como especie ni a ninguna proyección de nuestra desilusión concretada como culto religioso -el concepto mismo es ridículo- y no hay razón para tener miedo al camino de elementos celestes ni al desenvolvimiento de lo terrestre.
Aquel entretejido de fuerzas antes mencionado, hace reverberaciones en el oráculo del Sagrado Fuego y hasta el momento nada indica tragedias que no estén mediadas por la propia estupidez humana y el incongruente y resaltado esquema de ser dueños inflexibles de la naturaleza.
Quizá algún día se diga que los Mayas nos equivocamos con nuestras supuestas profecías y apócrifas aseveraciones, este pequeño e informal video queda como testamento de que no es así, los auténticos Mayas no hemos ni resucitado ni retransmitido augurios nefastos. Se equivocarán quienes han hurtado solo la estructura de nuestro calendario y justo lo harán quienes le han revestido de los miedos y aprensiones propias de otra forma de pensar que no es la nuestra.
In Ajq’ij Apab'yan Tew
K’amal b’e rech K’iche’ loq’olaj kojob’al.
Maltiox b’a alak.
Copyright ©2009 Fabián Frías Santillán
A través de distintos medios se han difundido todo tipo de reflexiones y datos e hipótesis ajenas al pueblo Maya. Ecos artificiales y etiquetas sobre nuestro nombre. Aquello ha adquirido una relevancia en el orbe occidental que es, de tan absurdo ya, un tema para abordar seriamente desde otra perspectiva, la del conteo de los días tal como se realiza actualmente.
Estas palabras no están dirigidas al detalle de cálculos astronómicos o arqueológicos, ni van al cauce de los gestos y señas en el cielo y la tierra que han sido subrayadas como clave del inminente cumplimiento de supuestas predicciones.
El punto más importante es este: el ser humano y sus actos, de manera individual o colectiva, no son la medida de las cosas en el Universo. Desde la cosmovisión Maya, el ser humano es sólo otra forma de organización de la naturaleza, una parte más en el entretejido infinito de fuerzas en movimiento.
Los cálculos, derivaciones, síntesis o meras observaciones de fenómenos, están restringidos en su registro por el hecho mismo de que el ser humano es sólo esquina de una percepción total por definición, inabarcable.
Actualmente desconocemos por línea directa, los motivos que llevaron a nuestros abuelos a establecer cálculos tan amplios y más allá de sus fronteras temporales. Indirectamente y a través de una reapropiación basada en el uso actual del Calendario Maya, el eje completo y las pautas de esos cálculos pueden ser vueltos a interpretar y verter.
La primera conclusión obvia es que no hay conclusión. No hay final preestablecido ni cuenta humana que lo determine. Ni cataclismos ni desastres siguiendo ordenamientos o castigos o caprichos divinos.
No hay dioses Mayas articulando advertencias ni estrategias particulares de consentimiento.
Y por cierto, tampoco hay espacio para ninguna dicción previa sobre cambios de conciencia o transformación del pensamiento humano. Mientras una parte de la humanidad se siga autootorgando el derecho de explotación de lo otro, las cosas seguirán igual o peor pero por causa propia y sin remitente externo.
Los Ajq’ij solemos levantar cálculos matemáticos que nos permiten llevar a cabo evaluaciones dentro de un marco, pero aún siendo estos lineamientos en abstracto, siempre sirven para un caso específico y siempre llevarán la marca de la particularidad y lo concreto.
Los Ajq’ij analizamos actos, engendración y gestaciones, nacimientos, fuerzas en conjugación y ciclos repetitivos obligados a distintos contextos. En cualquier cómputo, sea este de 7, 9, 13, 20, 73, 260, 949, 18980 días -o la que sea pertinente-, pequeña, grande o en magnitud acrecentada, los elementos e interacciones de esa cuenta siempre estarán imbricadas en consecuencias que rebasan el cálculo previo. Lo mismo ocurre con la llamada ‘cuenta larga’ y un nuevo cómputo será necesario.
Nada realmente concluye, nada realmente inicia y, entre factores ocultos de equilibrio, la intelección humana se distancia de cualquier apropiación.
Ni el anuncio ni el fin del mundo nos pertenecen como especie ni a ninguna proyección de nuestra desilusión concretada como culto religioso -el concepto mismo es ridículo- y no hay razón para tener miedo al camino de elementos celestes ni al desenvolvimiento de lo terrestre.
Aquel entretejido de fuerzas antes mencionado, hace reverberaciones en el oráculo del Sagrado Fuego y hasta el momento nada indica tragedias que no estén mediadas por la propia estupidez humana y el incongruente y resaltado esquema de ser dueños inflexibles de la naturaleza.
Quizá algún día se diga que los Mayas nos equivocamos con nuestras supuestas profecías y apócrifas aseveraciones, este pequeño e informal video queda como testamento de que no es así, los auténticos Mayas no hemos ni resucitado ni retransmitido augurios nefastos. Se equivocarán quienes han hurtado solo la estructura de nuestro calendario y justo lo harán quienes le han revestido de los miedos y aprensiones propias de otra forma de pensar que no es la nuestra.
In Ajq’ij Apab'yan Tew
K’amal b’e rech K’iche’ loq’olaj kojob’al.
Maltiox b’a alak.
Copyright ©2009 Fabián Frías Santillán